
En este número
- EDITORIAL
- NOTICIAS DE LA FEDERACIÓN
- NOTICIAS DE LAS ASOCIACIONES
- AGENDA DE ACTIVIDADES
- TERAPIA FAMILIAR E IDEOLOGÍA
- ENTREVISTA A MAURIZIO COLETTI
- RESEÑA DE LIBROS Y REVISTAS
Editorial
En el número anterior de Mosaico se trataron dos temas importantes y complementarios. Uno, al que la FEATF se está dedicando con ahínco durante estos últimos años (como quedó constancia en dicho número) es el de la formación: hay un empeño serio en desarrollar de manera adecuada un perfil profesional sólido, coherente y lo más completo posible. Es decir, un discurso que mira hacia el interior de la profesión. El otro, que apareció como propuesta de debate, y al que dedicaremos el monográfico de este número, es el de la Terapia Familiar y la Ideología: o cómo la T.F. se sitúa a nivel de valores y de premisas dentro de un contexto socio-cultural dado. Es decir, un discurso que mira hacia el exterior.
El hecho de mirar desde nuestra profesión hacia el exterior presenta variadas facetas: entre otras, cómo se difunde en cuanto a las intervenciones que realiza y los debates en que participa, qué tipo de diálogo (y a veces de impregnación) mantiene con el medio en que se desenvuelve, o cómo es percibida por dicho medio.
Aquí vamos a enfocar el tema de la difusión, y en lo que respecta a las intervenciones que realiza sí es cierto que la T.F. ha logrado salir de su reducido despacho desarrollando intervenciones en situaciones problemáticas muy diferentes y con niveles de complejidad bastante elevada.
Una prueba de ello es el tema que se aborda en este Congreso de Las Palmas, «Las familias multiproblemáticas»: en este área nos encontramos con que, además de tener que actuar en coordinación con numerosos recursos, trabajamos con familias que ni siquiera piden la intervención, sino que acuden obligados por las Instituciones o Tribunales.
Otra prueba más amplia de ello se verá en el Congreso de Barcelona del año próximo, que tiene como tema global «Familias y Terapeutas en Realidades Sociales Diferentes. Es decir, cada vez hay una mayor presencia a la hora de efectuar intervenciones que ofrezcan respuestas a los distintos problemas que se presentan en las áreas educativas, sanitarias y sociales. Sin embargo, la impresión no es la misma respecto a la participación en los debates en los que se tocan temas que implican de una manera u otra a la familia con la característica de que la familia es algo que está con mucha frecuencia en candelero (recordamos el reciente año de la familia) y que está en continua transformación y renovación. Es decir, que requiere un debate casi continuado. Pero, ¿qué figuras vemos en estos debates? Sociólogos, psicólogos, educadores, etc.
Y cuando hay algún tema de amplia repercusión social en el que terapeuta familiar puede tener cosas que decir, lo más frecuente es ver cómo desde los medios se pide su opinión a algún conocido psiquiatra o psicólogo y cuando se quiere profundizar en la cuestión es más frecuente ver profesionales de otras orientaciones.
Otra impresión que nos aparece, es que cuando hacemos terapia, estamos siempre modificando la cultura de un pequeño grupo: pero esta modificación no es homogénea, y puede oscilar entre implantación de normas (modelo estructural con separación de limites y reordenación de jerarquías) o flexibilización de las mismas. Potenciación de la pertenencia, o estimulación a la individuación.
El problema puede ser cómo, esa cultura que estamos continuamente creando, la podemos trasladar del pequeño grupo familiar al gran grupo social. ¿A los demás no les interesa y por eso no nos llaman? ¿Nos resulta difícil generalizar para todos lo que prescribimos a cada uno? ¿O nos asusta decir en público lo que decimos en privado?
Eso no quiere decir que haya que opinar sobre todo ni hacer «apostolado». La reflexión va en la línea de ver si de la misma manera en que se ha hecho un gran esfuerzo en adaptar las modalidades de la T.F. a las distintas problemáticas, también hay que hacer otro esfuerzo en difundir las ideas que desde la Terapia Familiar que pueden flexibilizar situaciones y acomodar la «Institución Familia» a las nuevas realidades sociales. En este sentido nos parece interesante lo que manifiesta Maurizio Coletti en la entrevista que le realizamos en este número. Quizá esto es un modo de hacer prevención, en el sentido de que hacer menos rígidas algunas ideas compartidas por la colectividad puede evitar desórdenes en sus miembros. Y con todas las repercusiones que eso tenga no sólo a nivel de modificación cultural, sino legislativa: ¿Qué derechos civiles tienen las parejas homosexuales? ¿Qué tipos de parejas o de familias pueden adoptar hijos? ¿Pueden adoptar hijos los solteros?
Si abordamos en el Editorial de MOSAICO este tema es porque el objetivo de la FEATF, el objetivo de este boletín, es no realizar solamente discursos hacia el interior, autorreferenciales, encerrados en una torre de marfil, sino estimular y propiciar un diálogo con el exterior. Desde una identidad bien consolidada (otro de los motivos por los que es importante la formación), pero sin mirarnos al ombligo.
Esperamos que el esfuerzo de cuantos compartimos estos intereses nos haga progresar en este camino.